la desaparición forzada de personas
duelo, muerte y desaparición
la desaparición de Embry
confirmó hoy la desaparición de su domicilio
alertada de la desaparición
no permitirá la desaparición
se movilizan por la desaparición de
extraña desaparición de
la inexplicable desaparición
investigan la desaparición de
cuya desaparición fue denunciada tres días después
es un poco arriesgado vincular esta desaparición con
expertos sobre cambio climático alertan de la posible desaparición
la desaparición del pasado
la desaparición de manglares alcanza un nivel alarmante
la aún misteriosa desaparición de
el mensaje de la desaparición del universo
inmersos en el afán de la desaparición
se une la desaparición de la tarifa especial
muerto por la publicidad sobre su desaparición
supuesto autor de la desaparición de
investiga la desaparición del agua de un lago
tras su desaparición, muchas de las pistas
augura la desaparición del DVD
aumenta la inquietud por la desaparición
riesgo de desaparición de especies marinas por los cambios en la salinidad
uno de los mayores enigmas de los últimos meses: la desaparición
alarmante desaparición de uno de los mayores
la desaparición de poderes en el estado
nuevos estudios acercan cada vez más la desaparición de hielo en el Ártico
tan necesaria para desaparecer completamente
hay muchas razones -buenas y malas- para querer desaparecer sin dejar rastro
la idea de desaparecer
empieza a desaparecer
podrían desaparecer en tan sólo 13 años
por que tengo que desaparecer sin dejar un solo rastro
se hicieron desaparecer de forma deliberada
¿debe desaparecer el céntimo sanitario?
si tuvieras el poder de hacer desaparecer un país, ¿cual sería?
cerca de desaparecer
nos resistimos a desaparecer como pueblos indígenas
el problema que causó alboroto porque los usuarios no podían desaparecer
el típico truco de magia de hacer desaparecer una moneda
“desaparecer” tiene como objetivo hacerle sentir que ya no nos tiene en
pero cuidado que una cosa es desaparecer y otra muy diferente es esconderse podrían desaparecer del panorama musical
alrededor de lo que se desee “desaparecer”
desapareciendo a una velocidad vertiginosa por el uso abusivo de sus recursos debería desaparecer pronto
para hacer desaparecer estas casas
lo que debe desaparecer son todos los gags y tonterías anexas
los amigos del barrio pueden desaparecer
música para desaparecer dentro
como hacer desaparecer las ojeras
ser para desaparecer en el viento
el arte de desaparecer
controlada la plaga tras desaparecer…
Basta un breve recorrido por las páginas de cualquiera de los rotativos que nos esperan en los quioscos de nuestra ciudad para advertir que la insistencia en el uso de ciertas palabras puede influir en la manera en que se percibe nuestra realidad. Se trata de un ejercicio que, en una vuelta de tuerca respecto de una de las series de obras de uno de los artistas que ya se han confirmado como uno de los más sólidos de nuestra escena artística nacional, nos induce a leer el en torno por el que nos movemos sobre la base de un listado que no cesa de aumentar a partir de la aportación de cada uno de quienes la leen y de lo que la palabra es capaz de sugerirle.
La influencia que puede ejercer la obra de un artista a menudo sobrepasa la intención que le induce a crearla. De modo que una vez que la presenta en público -o, simplemente, la da por terminada- es imposible abrazar el alcance de su punto de vista o, de lo que para los demás, será un punto de partida. Bajo la secreta influencia de los listados de Ignasi Aballí quien en su afán por clasificar y ordenar su/nuestro mundo nos confronta a la aprehensión de la realidad sobre la base de las múltiples caras de un prisma inconmensurable, me hallé un día leyendo el periódico de un modo distinto al que habitualmente lo hacía. Y todo por el impacto de una simple palabra que quizás en otro momento ni tan siquiera me hubiera perturbado. Por razones que no atienden más que a lo que podrían ser los entresijos de la subjetividad humana, la palabra que dio lugar a la reunión de la obra de estos cuatro artistas es una de las primeras que aquel día aparecieron en el encabezamiento de una de las noticias del periódico que cayó en mis manos. Me estoy refiriendo a la palabra desaparición. Una palabra cuyo eco no hizo más que aumentar a medida que las páginas iban pasando y en cuyas múltiples variaciones no conseguía más que avivar el fuego de las visiones apocalípticas que ciertos artistas pueden y suelen hacer de la realidad.
Tras la lectura del listado con el que empieza este texto, es deducible que son innumeras las razones por las cuales se puede desaparecer. O que son muchas las cosas que pueden desaparecer, las razones para sentirse afligido por la desaparición de algo, las consecuencias de una desaparición, los motivos para vivir de cerca la desaparición de algo o alguien, la espera -hasta la desesperación- de que algo desaparezca, para pensar una desaparición o constatar que (algo o alguien) puede desaparecer como consecuencia de la erosión o a causa de un disparo o por circunstancias sin aclarar o por decidir que el lugar que debe ocupar se ubica en cualquier rincón de lo que se conoce como la memoria. En suma, que un tema tan vasto como el de la desaparición es imposible que no haga mella en la reflexión de cualquier artista. Como cualquier otro tema.
Lejos del ánimo de sentar cátedra, la muestra que, bajo el título de la desaparición, reúne la obra de estos artistas relacionada directamente con el desvanecimiento de lo que antes fue otra cosa, no es más que otro reflejo de lo que muy acertadamente fue motivo de reflexión en el suplemento de un periódico de nuestro país[1]. Nos referimos a la tendencia catastrofista que tanto desde la literatura como desde el cine parece que anuncian “tambores apocalípticos”. Sostiene Carlos Losilla en su texto de presentación a dicho tema que el hecho de que ahora nos sintamos rodeados de visiones que aluden o invocan “la idea del fin de los tiempos”, además de ser algo cíclico y recurrente en otros “milenarismos” de la historia occidental se debe a la coincidencia de factores que como la crisis económica, el cambio climático, la inestabilidad social, la salud de los conflictos bélicos o las consecuencias derivadas de la caída del muro de Berlín o el ataque terrorista a la Torres Gemelas hace siete años, no son más que el síntoma de una percepción impuesta. Es decir que, al margen de la importancia que tienen cada uno de ellos tienen en sí, los factores que nos inducen a pensar que todo corre hacia su fin responden a la pérdida de la estabilidad y a la sensación de permanencia de la cultura contemporánea junto a la creencia de que todo puede terminar porque todo va demasiado rápido. Y lo que todavía es peor: sin dejar huella y, por lo tanto, sin lugar para la memoria.
Entre lo que fue y que, antes de dejar de serlo, nos invita a ser participes de la congelación del momento previo a su, quien sabe, si definitiva desaparición, las obras que se muestran de Rivane Neuenschwander (Belo Horizonte, 1967), Ori Gersht (Tel Aviv, 1967), Alexis Rockman (Nueva York, 1962) o Guillermo Kuitca (Buenos Aires, 1961) son cuatro de las aproximaciones a la desaparición a través de una carga poética cuyo final nos induce a sospechar que más que un fin son un paso más de esa evolución que se rige por el principio de la regeneración a partir de la destrucción. Pues no sólo nos hablan del ocaso de una realidad sino del modo en que se consuma y de lo que eventualmente se podría hacer para evitar que el final siempre fuera el mismo y no la suspensión en el aire –es decir, entre la vida y la muerte- de los arreglos florales que, a la manera de Henry Fantin-Latour, propone Ori Gersht a través de la congelación de un momento ajeno al ojo humano hasta la consolidación de la tecnología en la fotografía y la posibilidad de parar una acción en un momento o frame de su proceso de desaparición; o la consideración de que la tierra es, además de una naturaleza efímera, el alimento del que se nutren unas hormigas cuya imparable avidez puede, según Rivane Neuenschwander, terminar con ellas después de hacer lo propio con lo que es el sustento de la humanidad; o el mosaico de acuarelas del que nacen los óleos sobre tela de alguien que como Alexis Rockman trata el fin de la naturaleza como consecuencia de la colisión entre el hombre y su entorno a través de paisajes de poderosa y estremecedora belleza apocalíptica o la posibilidad de relegar al espacio de la memoria las vivencias de alguien que, como Guillermo Kuitca, posee la fantástica capacidad de referirse y dibujar un espacio familiar a partir del recuerdo que lo vincula al mismo y la destrucción de las imágenes que se generan en su cabeza cuando una idea invade su mente.
Se trata de cuatro modos de referirse a la desaparición invitando a ampliar la lista con la aportación de cada uno.
Frederic Montornés
Septiembre 2008
1. Cultura/s. La Vanguardia. 27 de agosto de 2008