Cañas se autodefine como caníbal audiovisual, coleccionista y archivera. Sus obras invitan a reflexionar sobre la extraña mezcla de diversión y tremendismo, de imaginería lúgubre y sensual que nos rodea. Cañas dirige su mirada provocadora hacia situaciones y vidas sin límite: la Fiesta Nacional, el universo del cerdo ibérico, la televisión, los reality-shows, la pornografía y las relaciones amorosas. Su obra se compone de micro-relatos de desamor, incendios interiores y huellas de vidas al límite. Su noción iconoclasta de lo espiritual aplicada al arte le permite conectar a clásicos como El Bosco y Caravaggio con la corrosión dadaísta de Duchamp y demás vanguardistas. La tradición artística y su fascinación por el melodrama clásico, repleto de sentimientos extremos, se encuentran en la base de sus creaciones.
Su obsesión por penetrar en la doble cara del Amor-Desamor se plasma en Kiss the Murder donde la pantalla se parte dolorosamente en dos, componiendo figuras gemelas fracturadas por el desamor a modo de döppelganger: ese doble fantasmagórico que nos muerde y se nos encarama cuando menos lo esperamos. La artista nos muestra el amor como generador de dolor y muerte, la locura que nutre las relaciones amorosas, alumbrando un sombrío estatismo que remite a dos formas de encarar lo amoroso en nuestra época descreída: la melancolía hopperiana y la brutalidad animal de Bacon. Para Cañas, “el Amor es el Asesino Supremo, aquél que, en palabras de Nietzsche:"nos da el dolor, y, por eso mismo, la vida." En Kiss the Murder, observamos en perfecta sincronía el juego de luces y sombras de la locura asociado a una violencia latente y misteriosa, conformando un espejismo visual donde las imágenes se tensan para mostrar amor al límite, vidas atormentadas. Los personajes de Kiss the Murder actúan a través de conductas erráticas y amnésicas, suspendiendo el tiempo hasta que la violencia inconsciente de sus acciones decide si se manifiesta o no. No tienen futuro al que asirse con respecto al ambiente asediante y la tragedia pende de un hilo en cada momento.
Estas videocreaciones parten de algunas imágenes fijas de la serie de fotomontajes de la artista titulada La virtud demacrada (2007) que reflexiona sobre el amor, el erotismo y la pornografía en nuestros tiempos y en épocas anteriores, recurriendo a la Historia del Arte y a iconos contemporáneos sacados del Cine, Internet o el reverso de la vida, creando un infierno lúdico de símbolos que reivindican la pornografía como lenguaje creador, un mundo en el que todo empeora a la vez que mejora, manteniendo nuestros anhelos y perversiones vivos; y continúan en la línea de la videocreación El amor es el demonio, perteneciente a la videoinstalación Kiss the Fire. Como afirma la artista: Tras contemplar Kiss the Murder, puede que la única opción que quede sea arrodillarse ante El Asesino, besarlo y quizás morir...pues, en palabras del maestro Alfred Hitchcock:”los asesinatos deben ser filmados como escenas de amor y las escenas de amor como asesinatos”.
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